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En el peor de los escenarios para la representación política de las mujeres, los partidos políticos estarían obligados a postular una mujer (20%) y cuatro hombres como candidatos a diputados en los cinco distritos más competitivos y a dos candidatas mujeres (40%) y a tres hombres en los cinco municipios más competitivos. Competitivos serían aquellos distritos o municipios con mayor posibilidad de ganar (según los resultados de 2018) y con mayor población. En el mejor de los escenarios para la representación de las mujeres, este porcentaje minoritario sería para los hombres, pero tampoco sería paridad. Lo que se ha buscado con la legislación en materia de paridad de género es el 50% para hombres y mujeres y así lograr que así como está equilibrada la población humana (50% hombres y 50% mujeres), estén equilibrados los puestos políticos.
En los lineamientos del IEPC ya están los bloques para cada partido político acomodados por municipios de mayor población y de mayor votación recibida en 2018. Están señalados los 5 distritos y 5 municipios (en negritas, al principio de la lista) para que sepan que ahí en esos 5 tienen que poner a uno o dos candidatos “de género distinto”. Después, 17 lugares que podrán acomodar de manera libre. En total cada bloque tiene 22 municipios donde al final deberán quedar 11 mujeres y 11 hombres... hasta completar los 125 municipios. En el caso de los distritos están divididos en los 10 distritos con votación alta y los 10 distritos con votación baja, donde también deberán acomodar a 10 mujeres y 10 hombres. La redacción de los lineamientos es confusa, muy técnica y que aunque hace referencia a la paridad, al respeto de los derechos humanos, al final en la práctica no se garantiza una verdadera paridad. Por supuesto que no teníamos que ser tan ingenuos de pensar que de 2014 a la fecha, en que se iniciaron las reglas de 50% y 50% los partidos políticos iban a romper con la tradición arraigada de cómo seleccionan a sus candidatos.
Los partidos políticos son organizaciones que buscan sobrevivir con votos para obtener mayor financiamiento público y a los que les alcanza, también con buena gestión y buen gobierno. Los criterios para la selección de candidatos han sido ampliamente estudiados y sobresalen los leales al partido (party loyals), los que se traen su capital político de otro espacio público (outsiders), los que vienen de grupos de interés y buscan beneficiarlos de sus puestos públicos (LAGI), etc. La política se trata de alianzas, de juegos para obtener poder e influencia y eso es algo que se logra sólo a largo plazo. La aparición de lineamientos de paridad a unos meses del registro de candidatos rompe con acuerdos ya hechos, con promesas y aliados ya pactados. Pero sobre todo deja en evidencia la dificultad que tienen los partidos políticos para encontrar candidatas. Y no es que no haya mujeres capacitadas pues en el reporte del observatorio en 2018 después de analizar los curriculums de las y los candidatos a diputados locales encontramos que no hay gran diferencia en cuanto a experiencia política y formación profesional entre hombres y mujeres. Entonces el problema quizás está en otra parte, en las dinámicas y prácticas donde se hacen los equipos y las alianzas políticas y donde muchas veces las mujeres están en desventaja al cargar con las presiones familiares y culturales de dedicarse a la política… esa actividad cuyo horario es de 24/7 y que las dinámicas partidistas han hecho una actividad casi exclusivamente masculina.